Pierre de Fermat
Matemático (1601 Beaumont, 1665 Castres, Francia)
Pierre de Fermat nació el 17 de agosto de 1601, Beaumont-de-Lomagne
(Tarn et Garonne) y murió el 12 de enero de 1665, Castres (Tarn). Aunque sus
contribuciones matemáticas nunca fueron publicadas en vida, fueron de tal
calidad que la relativamente modesta difusión que tuvieron entre la comunidad
científica europea fue suficiente como para que se le recuerde como uno de los
mejores matemáticos del siglo diecisiete entre los muchos de primera fila que
fueron contemporáneos: Descartes, Leibniz, Newton, Jacobo y Juan Bernoulli,
etc.
En el diecisiete la matemática se empezó a consolidar como una ciencia
independiente, más o menos en las líneas que hoy la conocemos. Fermat
contribuyó decisivamente a ello. Además del álgebra, la geometría analítica y
el cálculo, otras ramas de la matemática empezaron a cultivarse en ese siglo:
por ejemplo, la teoría de números moderna y el cálculo de probabilidades. En
esas dos ramas, Fermat tuvo algo que decir. En teoría de números, mucho. Hay
quien le considera el padre de la teoría de números moderna. En ese terreno, su
famoso Último Teorema le ha dado fama universal. Aunque, sus contribuciones al
álgebra, a la geometría y al cálculo hubieran bastado para el mismo reconocimiento.
Fermat nació cerca de Toulouse, en un pueblo llamado Beaumont-de-Lomagne
(entonces parte de la Gascoña y hoy en el departamento de Tarn et Garonne).
Vivió en Toulouse y murió también muy cerca, en Castres (Tarn). Durante toda su
vida casi no se movió de la región. Su familia tenía una buena posición
económica y social. Su padre era un rico comerciante y su madre pertenecía a
una familia de la nobleza local. Tuvo un hermano y dos hermanas. Fermat,
probablemente, se crió en su pueblo natal y fue educado en un cercano
monasterio franciscano hasta que ingresó en la Universidad de Toulouse.
Interrumpió sus estudios en Toulouse y, durante unos años, vivió en
Burdeos, donde contactó con algunos matemáticos que conocían bien la herencia
de Vieta: Beaugrand, d’Espagnet… Ahí se formó en el álgebra y el simbolismo de
Vieta que tan útiles le serían más adelante. De esos años data su primera
producción matemática: la restitución del libro perdido de las Cónicas de
Apolonio: Plane Loci y los primeros trabajos sobre máximos y mínimos.
Después de la etapa en Burdeos reingresó en la universidad, esta vez en
Orléans, donde obtuvo su título en Leyes hacia 1631, año en que se instala en
Toulouse en calidad de consejero del Parlamento de Toulouse. Ese mismo año se
casa con una prima lejana, Louise de Long, que pertenece a la familia de
alcurnia de su madre ligada a la noblesse de robe. Fermat añade el “de” a su
apellido. El matrimonio Fermat tuvo cinco hijos, dos varones y tres hembras. El
hijo mayor, Clément-Samuel heredaría el interés de su progenitor por las
matemáticas, aunque no su genialidad. A Clément-Samuel le debemos la edición y
publicación de las obras completas de su padre en 1679.
La vida de Fermat transcurre de una manera muy tranquila en Toulouse;
profesionalmente va obteniendo promociones de manera que ingresa en la cámara
alta del parlamento de Toulouse en 1638 y accede a la corte suprema en 1652. En
esa época va regularmente a Castres a ejercer de magistrado. Castres, en el
siglo XVII albergó uno de los tribunales establecidos por el Edicto de Nantes
para dar un tratamiento justo a los hugonotes en sus litigios. Estos tribunales
tenían un determinado número de magistrados católicos y protestantes. Fermat
ocupó en diversas ocasiones una plaza del cupo católico. De hecho murió en
Castres pocos días después de terminar de juzgar un caso.
En Toulouse reanudó sus contactos con personajes ligados a la
matemática. Uno de los más relevantes para el futuro de Fermat fue Monsieur de
Carcavi, colega suyo en el parlamento pero también matemático aficionado.
Carcavi se trasladó a Paris en 1636 donde contactó con el Padre Mersenne, el
personaje que, mediante su abundante correspondencia haría las veces de centro
difusor de la ciencia en la Francia del XVII. Mersenne se interesó inmediatamente
en los trabajos de Fermat gracias a la descripción que le hizo Carcavi de estos
y empezó a cartearse con él. Inicialmente el interés de Mersenne se centró en
algunos comentarios de Fermat sobre la caída libre de graves, tema en el que
Fermat objetaba a la descripción de Galileo.
Fermat informó a Mersenne sobre su trabajo sobre espirales y sobre su
restitución del libro perdido de Apolonio. También en esa época Fermat anuncia
a Mersenne que está en posesión de “diversos análisis para diversos problemas
tanto numéricos como geométricos para cuya solución el análisis de Vieta es
insuficiente.” De hecho, a principios de 1636 Fermat había concluido su Ad
locos planos et solidos isagoge (Introducción a los lugares planos y sólidos),
donde mediante el lenguaje algebraico de Vieta estudia las curvas que se pueden
expresar mediante ecuaciones de primero y segundo grado y establece que son
precisamente la recta y las cónicas. También establece que, en general, una
curva tiene una ecuación y que una ecuación algebraica representa siempre una
curva. Por esa razón se atribuye a Fermat una cierta prioridad sobre la
creación de la Geometría Analítica frente a Descartes que publicó su Geometria
en 1637. En el mismo cruce de cartas con Mersenne, Fermat no puede resistir la
tentación de incluir un par de problemas sobre máximos y mínimos para que
Mersenne los divulgue a modo de desafío entre la comunidad matemática.
Fermat dispone de su Methodus ad disquirendam maximam et minimam et de
tangentibus linearum curvarum (Método para determinar máximos y mínimos y
trazar tangentes a líneas curvas), que le permite resolver este tipos de
problemas de manera muy general. Su enfoque se basa en dos hechos: 1) en un
máximo o mínimo la tangente a la curva es paralela al eje de abscisas (en
lenguaje actual) y en consecuencia el valor de la función en ese punto ha de
ser único (con relación a sus vecinos). 2) los valores cercanos al extremo han
de ser alcanzados como mínimo dos veces por la función, un poco antes del
extremo y un poco después. Comparando pues el valor de la función en el
extremo, f(a), con un valor muy cercano, f(a+e), donde e es una cantidad muy
pequeña, esos valores han de ser prácticamente iguales, se pueden adigualar, en
lenguaje de Fermat. De ese proceso de adigualación se obtiene una ecuación que,
una vez eliminado el valor e por ser despreciable, permite calcular a.
De hecho Fermat llega a la ecuación que hoy en día escribimos como
f’(x)=0. Por eso se le considera también precursor del cálculo diferencial
aunque su proceso de adigualación está lejos de las ideas de límite que más
tarde entraran en escena. Obviamente Fermat solo trata este tipo de problemas
en funciones algebraicas. Los problemas de máximos y mínimos que Fermat ha
planteado a Mersenne son de tal dificultad que Mersenne pide a Fermat la
divulgación de sus métodos. De esta manera los escritos de Fermat sobre el
tema, antes mencionados, empiezan a circular estableciendo al mismo tiempo su
reputación como matemático de primera fila.
Roberval, Mersenne y otros matemáticos de la época le instan a que
publique sus resultados, a lo cual Fermat se niega. De hecho, en vida sólo
publicó un trabajo y hubo que esperar a 1679 a que su hijo mayor publicase su
obra. No está clara la razón de la negativa de Fermat a publicar. Por un lado
Fermat se consideraba sólo un aficionado dado que no se dedicaba por entero a
la matemática. Y por otro lado, Fermat era consciente de que para publicar sus
resultados, debería ser mucho más claro y didáctico en sus explicaciones, lo que
le acarrearía mucho trabajo adicional y consumiría una parte importante del
tiempo que podía dedicar a la investigación.
Aunque su fama crece en Europa, no todo es de color de rosa. A
principios de 1637, su amigo Beaugrand le manda una copia del manuscrito (aún
no publicado) de la Dióptrica de Descartes. Fermat, enfrascado en una intensa
correspondencia con Roberval y Étienne Pascal sobre métodos de cuadratura y su
aplicación a la determinación de centros de gravedad, le presta poca atención
hasta que Mersenne, preocupado por la indiscreción de Beaugrand (quien había
obtenido la copia de manera poco ortodoxa), le pide que no divulgue a nadie más
que a él mismo sus comentarios sobre el trabajo de Descartes.
Fermat contesta a Mersenne de una manera bastante ingenua (no conocía a
Descartes ni sabía nada del Discurso del Método ni del mal carácter del
filósofo) señalando errores en la deducción de la ley de la reflexión y de la
refracción y calificando la obra en general como un simple intento de hallar la
verdad “a tientas entre las tinieblas”. Se ofrece incluso para echar una mano
en la clarificación de algunos problemas. Mersenne, consciente de la delicada
situación, guardó la carta de Fermat durante unos meses hasta que, ante la
insistencia de Descartes para que le comunicase cualquier crítica a la
Dióptrica, se la mandó.
La reacción de Descartes a la crítica de Fermat fue, al principio
paternalista. Fermat no había entendido sus métodos. Mientras tanto, Fermat
había obtenido una copia de la Geometria y se apresuró a mandar a Mersenne sus
trabajos sobre el tema, para demostrar al menos la independencia de sus
descubrimientos. Mersenne, mostrando nuevamente poco tacto, le envía esos
trabajos a Descartes quien enfurece y emprende un ataque sin cuartel contra el
“aficionado de Toulouse.” La controversia se extiende al método de trazado de
tangentes y el método para hallar máximos y mínimos. Después de un sinfín de
cartas (aderezadas con el poco tacto de Mersenne) Descartes termina por retar a
Fermat a usar su método para trazar las tangentes a una curva de su invención,
el folio, con una ecuación implícita de tercer grado, x^3 +y^3 =pxy.
La respuesta de Fermat con el cálculo de las tangentes al folio obliga a
Descartes a admitir que el método de Fermat es superior al suyo y, a
regañadientes, le reconoce una cierta talla intelectual aunque le sigue
atacando en privado. La irritación que Fermat producía en Descartes queda muy
bien reflejada en una frase de este último: “Fermat es gascón. Yo no.”
Durante los últimos años de la década de los 30 y los primeros de la
década de los 40, Fermat sigue trabajando en su método de máximos y mínimos
aplicándolo a varios problemas diferentes y también intenta generalizar, sin
mucho éxito, su geometría analítica a tres dimensiones. Su Isagoge ad locos ad
superficiem de 1643, recoge sus ideas al respecto. Del mismo año, 1643, data su
famosa carta a Brûlart, donde Fermat resumiría de manera bastante clara su
método para determinar máximos y mínimos y su cálculo de tangentes.
La década 1645-1655 fue una década dura para Francia, sacudida por la
guerra civil y por una epidemia de plaga que en 1651 estuvo a punto de costar
la vida a Fermat. De hecho Fermat fue dado por muerto por algunos de sus
colegas. En ese período, Fermat produce poco y mantiene poca correspondencia.
No es hasta 1655 que Fermat recupera el ritmo de trabajo. De finales de los
años 50 datan algunos de los trabajos más importantes de Fermat, en parte
recopilaciones de trabajos anteriores, en parte nuevas ideas. De esa época son
su Tratado de cuadraturas y su Tratado sobre rectificación de curvas y su
famosa demostración de la ley de refracción basada en su principio del tiempo
mínimo, expresado como una ley natural: “la naturaleza siempre actúa por el
camino más corto”.
Pero el tema que ha de dar a Fermat fama universal es la teoría de
números. Su interés por los números enteros y sus maravillosas propiedades
había empezado en la década de los 1630 cuando Fermat leyó la traducción de
Bachet de la Aritmética de Diofanto. En el estrecho margen justo al lado del
problema 8 del libro II: “Dado un número que sea un cuadrado, descomponerlo
como suma de otros dos números cuadrados”, Fermat escribió su famosa conjetura:
la ecuación x^n +y^n =z^n no tiene soluciones enteras positivas para n>2. En
sus propias palabras: Es imposible que un cubo se pueda expresar como una suma
de dos cubos o que una potencia cuarta se escriba como una suma de potencias
cuartas o, en general, que un número que sea una potencia de grado mayor que
dos se pueda descomponer como suma de dos potencias del mismo grado. He
encontrado una demostración verdaderamente maravillosa de este resultado pero
este margen es demasiado estrecho para contenerla.
La creencia actual es que Fermat había demostrado el teorema para n=4 (y
quizás también para n=3) y creía que podía generalizar su demostración para
cualquier valor de n. La demostración del caso n=4 utilizaba otro gran
descubrimiento de Fermat, el método de descenso infinito. Esencialmente el
método consiste en demostrar la imposibilidad de una proposición que depende de
un entero positivo n, probando que si hubiese algún valor estrictamente
positivo que hiciese verdadera la proposición, existiría otro valor también
estrictamente positivo que la haría verdadera pero estrictamente inferior al
anterior.
El Gran Teorema de Fermat, para el caso n=3, fue demostrado 100 años más
tarde por Euler, también con la ayuda del método del descenso infinito. El
siglo XIX vio la demostración de algunos casos particulares más a cargo de
grandes matemáticos como Lejeune-Dirichlet, Legendre, Lamé y Sophie Germain. No
sabremos nunca si Fermat realmente disponía de una demostración maravillosa
para cualquier valor de n. Pero en cualquier caso, el reto de demostrar el Gran
Teorema de Fermat había empezado con aquella nota garabateada en el margen de
un libro.
La aventura terminaría 350 años más tarde cuando, en 1994, Andrew Wiles
publicó la demostración del Gran Teorema de Fermat. Por el camino habían pasado
una legión de matemáticos de todas las categorías y especialidades (sería
difícil hallar un matemático que en algún momento de su vida no haya dado
alguna vuelta al teorema). Los intentos de demostración aportarían también
grandes contribuciones a las matemáticas (la teoría de ideales de Kummer por
citar sólo un ejemplo).
Antes de la demostración de Wiles, Gerd Faltings había conseguido (en
1983) un resultado que acotaba totalmente las soluciones de la ecuación de
Fermat. Faltings demostró que para cada valor de n, la ecuación x^n +y^n =z^n
tiene, a lo sumo, un número finito de soluciones enteras. De hecho Faltings
demostró que lo que se conocía como la Conjetura de Mordell sobre curvas
algebraicas implicaba el Gran Teorema de Fermat.
La demostración de Wiles, sin embargo, no sigue el camino que había
iniciado Faltings sino que da una enorme vuelta. Se basa en la conjetura
Taniyama-Shimura. De hecho Wiles se limita a demostrar esta conjetura, que
relaciona de manera espectacular dos campos de las matemáticas completamente
alejados el uno del otro: la teoría de formas modulares y las curvas elípticas.
El enorme interés de Fermat por los números enteros era una novedad en
la Europa del siglo XVII. Nadie tenía demasiado interés en perder el tiempo
explorando propiedades de números enteros que no tenían ninguna aplicación
directa. Sólo un par de problemas clásicos atraían la atención de los
matemáticos de la época: el estudio de números perfectos, aquellos que son
iguales a la suma de sus divisores, exceptuando ellos mismos, y la
caracterización de las ternas pitagóricas, tripletes de números enteros (x,y,z)
que satisfacen el teorema de Pitágoras x^2 +y^2 = z^2.
Como consecuencia del interés de Fermat en el primero de esos problemas,
Fermat descubrió el que se conoce hoy en día como el Pequeño Teorema de Fermat,
una verdadera joya en teoría de números. En términos modernos dice que si p es
un número primo y a es primo con p, entonces a^p=a (mod p).
No deja de ser paradójico que Fermat sea recordado por su Gran Teorema,
en gran parte estéril porque ningún resultado importante se deduce de él, y no
por su Pequeño Teorema que es crucial en álgebra y en la teoría de números
moderna y sus aplicaciones, como es por ejemplo, la moderna criptografía, base
de la seguridad de las transmisiones en Internet.
El segundo problema, la caracterización de las ternas pitagóricas,
conduce a Fermat a su interés por las descomposiciones de potencias y problemas
como la descomposición de los primos de la forma 4n+1 como suma de dos
cuadrados (de manera única), la descomposición de un entero positivo como suma
de cuatro cuadrados y la resolución de diferentes ecuaciones diofánticas de
segundo grado.
La más famosa es la ecuación diofántica conocida como ecuación de Pell o
ecuación de Pell-Fermat. Se trata de la ecuación x^2 -Ny^2 = 1, donde N no es
un cuadrado perfecto. Excluyendo la solución trivial (1,0), Fermat conjeturó la
existencia de infinitas soluciones enteras positivas para cualquier valor de N
(no cuadrado perfecto) y retó a los matemáticos europeos a demostrarlo. El
problema fue parcialmente solucionado por Wallis y Brouncker mediante el
desarrollo en fracción continua de N. Sería completamente solucionado por
Lagrange en 1771.
Quizás la más famosa ecuación de Pell-Fermat es x^2-4729494y^2=1, que se
deduce para resolver el célebre problema del ganado de Arquímedes que
sería resuelta mucho después, en 1880, por Amthor, ya que en más pequeña
solución tiene 41 dígitos decimales.
Fermat es famoso también por los números primos que llevan su nombre,
los de la forma 2^2^n +1. Los primeros números de esta forma: 3, 5, 17, 257,
655537, son primos. El siguiente es ya un número respetable, 4 294 967 297 y no
es fácil, usando sólo lápiz y papel, averiguar si es primo o no. De hecho,
Fermat no tuvo suficiente paciencia para comprobarlo. Si la hubiera tenido
hubiese obtenido (como más tarde hizo Euler) que 4294967297= 641 • 6700417. Sin
embargo tuvo la osadía de conjeturar que todos los números de la forma 2^2^n +1
eran primos.
Esta conjetura le tuvo en jaque toda su vida, ya que en varias ocasiones
se lamentó de no haber podido obtener su demostración. Vale la pena comentar
que no se han hallado otros primos de Fermat además de los cinco primeros y aún
no se ha demostrado que existan más.
Los últimos años de Fermat aún ven la luz de otra contribución
importante: el cálculo de probabilidades. El joven Blaise Pascal, hijo de
Étienne con quien Fermat había correspondido a través de Mersenne, le propone a
Fermat un problema sobre la repartición justa de las apuestas si una serie de
partidas se interrumpen antes de llegar al final acordado. Concretamente, ¿cómo
hay que repartir una apuesta de 64 monedas para el primero de dos jugadores que
gane 3 partidas si el juego se interrumpe antes de que nadie haya ganado? (Se
supone que ambos jugadores tienen, en cada partida, las mismas oportunidades de
ganar). Pascal y Fermat intercambian una serie de cartas sobre el tema que
puede considerarse como el inicio del moderno cálculo de probabilidades. Los
dos llegan al mismo resultado por caminos diferentes: Pascal intuye el
resultado mediante una recurrencia, pero se ve obligado a utilizar el cálculo
combinatorio y el uso de su Triángulo Aritmético (Triángulo de Pascal) para
demostrarlo mientras que Fermat usa directamente el cálculo combinatorio.
Hacia 1660, la salud de Fermat empieza a flaquear. Por motivos de salud,
tiene que posponer un encuentro con Blaise Pascal quien también se encuentra
enfermo (de hecho muere dos años más tarde). Su actividad matemática decae casi
completamente y en enero de 1665 muere en la ciudad de Castres donde pocos días
antes había asistido a la sesión del tribunal del Edicto.
Eric T. Bell, en sus famosas biografías de matemáticos Men of
Mathematics, Simon and Schuster, Nueva York,1965 (edición de 1937), calificó a
Fermat como el "Príncipe de los amateurs". Y aunque es cierto que las
matemáticas para Fermat fueron solamente una afición, también es cierto que sus
contribuciones fueron de primera categoría y dignas del mejor profesional. Su
reticencia a publicar y a explicarse mejor hicieron que muchas de sus
contribuciones fueran poco comprendidas y que algunas pasasen incluso
desapercibidas pero hay que reconocer que, al menos en el campo de la teoría de
números, creó problemas nuevos y creó instrumentos nuevos para abordarlos. Este
fue su principal legado para la posteridad.
Info. recuperada de: https://www.ugr.es/~eaznar/fermat.htm
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